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domingo, 4 de noviembre de 2018

POSTCROSSING


POSTCROSSING ¿Cuántas veces miramos el teléfono al día? Miles, quizá.


En la época de nuestros abuelos, ¿quién miraba el teléfono cada vez que le llegaba un WhatsApp? Nadie, obviamente, nadie tenía teléfono móvil.

Hoy en día tenemos la suerte, y en unos segundos te diré que la desgracia, de estar conectados 24 horas con cualquier parte del mundo, ya no solo WhatsApp, sino YouTube, Instagram, Facebook, y cualquiera de los miles de periódicos digitales que encontramos en internet.

Así, puedes felicitar mediante un emoticono a tu prima segunda Carmen, sí, la del pueblo, la que hace 5 años que no ves, pero que Facebook te recuerda, como una asistente personal, que es su cumpleaños. No conoces a Carmen, solamente sabes que hace 3 años se casó (por las fotos que viste en Facebook, y ya de paso cotilleaste el vestido de la novia y la de las invitadas del pueblo), y que tiene 2 preciosos hijos que todavía no tienes el gusto de conocer pero que por supuesto sabes quiénes son por fotos.

También te recuerda Facebook, el aniversario de amistad que tienes con uno que ni siquiera sabias que seguías, pero que oye, parece majo, si hace 1 año que lo sigo por algo es.

Bueno, y ni qué decir tiene de las fotos. Esas fotos que subimos a las redes, que se quedan ahí para el recuerdo, como en Tuenti (quien sea de la época lo entenderá). Esas fotos con morritos, mejor dicho "penosas" de las que también Facebook te recuerda que subiste hace 4 años, y tú que te sientes avergonzada de haber subido semejante vergüenza de foto, encima te dice que si quieres compartir, y a ti te da por reír.

Cosas buenas y cosas malas.

Hace años que vives lejos de tu familia y gracias a lo que hoy tenemos, en cuestión de segundos puedes ponerte en contacto con ellos. Hasta las viejas promociones están al tanto de todos los nuevos cambios. Mi abuela, de 76 años, ayer me dijo que por favor llamase a mi novio por videollamada, graciosa como ella sola. Yo quería pensar en qué momento mi abuela se ha convertido en una Blogger paseando por su casa con mi móvil en su mano cual youtuber y no en esa abuela que me decía que dejase el teléfono para jugar con ella al cinquillo en la hora de la siesta, que posteriormente tendría premio. Un bocadillo de aceite y chocolate.

Pero ahí va la parte mala.

Ese momento en el que te enteras que unos amigos tuyos se casan. Qué alegría, pensé yo. Todos sabíamos que era cuestión de tiempo elegir la fecha de la boda, porque el sí quiero estaba más que claro para todos los que los conocíamos. Pero, enterarte de que quizá tengas una boda de unos amigos tuyos, por un estado de Facebook, queda feo.

Entonces empiezas a pensar en que se están perdiendo las buenas costumbres, aquellas en las que día sí, y día también llamaban a tu casa para preguntar como estabas, qué hacías y si te hacía falta algo. Momentos en los que en tu casa el día de tu cumpleaños no deja de sonar el teléfono de todos aquellos que te quieren y se acuerdan de que un día como hoy, hace 20 años, naciste. Gente que guarda en la memoria un día que puede ser insignificante para el resto del mundo, pero que para tu familia no lo es, porque les importas. Ahora, nadie se acuerda de ti, nadie te canta por teléfono, ahora solamente un felicidades, o un texto de 56 líneas, el que a las 12 de la noche esperas a que alguien se acuerde de felicitarte, o de que Facebook diga que es tu cumpleaños, claro.

Días en los que ves que tienes recuerdos que rememorar con tu prima segunda Carmen, y de repente solamente ves que compartís me gustas, pero hace años que a Carmen no la ves. Esos momentos, esos viajes, fotos antiguas, fotos que le dabas a tu abuela el día de tu graduación, que tú guardas en el cajón del salón pero que tu abuela con todo el orgullo que puede tener una mujer analfabeta que creció en la postguerra y con las dificultades que nunca nadie querría querer, consiguió crear una familia, y entre todos lo que la forman, eres la primera en llegar a la universidad, y eso, tiene que estar enmarcado en la mesa de las fotos. Donde ves tu progreso desde recién nacida, hasta el día de hoy.

Fotos que ahora pasas por WhatsApp, almacenas, incluso puede que pases al ordenador, pero que sabes que pasarán los años y a no ser que mires en Instagram la foto, no la volverás a ver en la vida. ¿Dónde se quedó esa buena costumbre de revelar las fotos y meterlas en un álbum?

Viajes. Esos viajes que te marcan. Salir de tu ciudad, andaluza, jiennense, y con un clima seco, te adentras en un país nuevo. Italia. Foto por aquí, foto por allá, fotos que mandas por WhatsApp, etc. Y la inocente de tu abuela te llama desde el otro lado del mar para pedirte que le mandes una postal, que le demuestre durante tu estancia en la bella ciudad italiana de Roma que estás bien. Y eso hice. Mi abuela que no sabía ni leer ni escribir bien, de hecho no sabe todavía, puso todo su empeño en conseguir descifrar lo que había escrito en aquella postal.

Ese fue el comienzo de lo que me llevó a buscar postales, y a coleccionarlas. El mandárselas a mi abuela para que supiese en cada lugar que estaba, y que estaba bien. Y mucho mas allá de ese propósito, que viese los lugares a los que ella nunca pudo ir.

En uno de esos viajes, tomé rumbo a Santander, el norte de España, a hacer un curso de inmersión lingüística en inglés. Era la primera vez que pisaba el norte de mi querido país, y eso tenía que quedar fotografiado. Y por supuesto, postal para mi abuela.

Uno de los días de la estancia una gran amiga que hice allí, de las que se hacen en los campamentos de verano, me dijo que había una página web en la que podías mandar postales a cualquier parte del mundo, y viceversa.

Así, nació para mí postcrossing. Una plataforma en la que puedes enviar postales a cualquier parte del mundo. Es gratuito el registro, solamente tienes que solicitar enviar una postal y aleatoriamente te asignan una persona y su dirección. Solamente tienes que elegir la postal que quieras, comprar un sello y mandarla. Al cabo de los días llegará a su destino. Esa persona registrará un código que debes de poner en la postal y de esa forma te llegará próximamente una postal a ti.

De igual manera tienes que hacer tú. Cada vez que te llegue una postal, debes de registrarla para que esa persona sepa que su postal llegó y que te gustó. Y por supuesto, que le lleguen a ella más postales.

Una divertida forma de mostrarle al mundo entero parte de tu tierra o de lo que tú prefieras, de la misma forma que es una manera muy bonita y divertida de aprender lugares y conocer culturas extranjeras de otros países.




Espero que os haya gustado esta información, y por favor, entiendo que no todo el mundo estará de acuerdo con mi punto de vista sobre las redes sociales. Estaremos de acuerdo en que son nuestro motor de vida y más maravillosas aún si caben, pero no dejemos las buenas costumbres de lado.

Muchísimas gracias y espero que os haya gustado. Si es así, dadle a me gusta y seguidme.

Aquí os dejo mi perfil de postcrossing por si os interesa echarle un vistazo.


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